Hay que retarlo, llamarlo, invitarlo a entrar y jugar : Hay que asustar al miedo para perder el miedo.
Uno tiene necesariamente que equivocarse, y a veces entrar en el error, sin escuchar a nada, ni a nadie. Te puedes caer una y otra vez, golpearte con la misma piedra, pero sobre todo, aprendiendo de cada uno de ellos.
El mundo nos ha echo para desconfiar, a tener miedo de todo lo que brilla en medio de un tunel ,a mirar con mal cuando algo no te gusta, o simplemente correr al ver que algo no va bien.
Hay que buscar dentro de nosotros esa fuerza que nos obliga a empezar de nuevo, que hace abrir nuestros ojos, nuestras palabras, nuestro corazón, así cada vez que caigamos, levantémonos.
“¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”